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Del Evangelio de Juan 8,51-59

En aquel tiempo dijo Jesús a los judíos: «En verdad, en verdad os digo: quien guarda mi palabra no verá la muerte para siempre». Los judíos le dijeron: «Ahora vemos claro que estás endemoniado; Abrahán murió, los profetas también, ¿y tú dices: “Quien guarde mi palabra no gustará la muerte para siempre”? ¿Eres tú más que nuestro padre Abrahán, que murió? También los profetas murieron, ¿por quién te tienes?». Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: antes de que Abrahán existiera, yo soy». Entonces cogieron piedras para tirárselas, pero Jesús se escondió y salió del templo.

¿Te ha pasado alguna vez que por hacer el bien se hayan enfadado contigo una o varias personas? Sorprendemente, realizar una buena acción se vuelve en ocasiones contra nosotros. Es posible que defender al débil nos lleve a recibir burlas; y también, que ponerse del lado de alguien que es criticado nos acarree críticas. Desgraciadamente, puede suceder que ser bueno no sea bien visto por los otros.

Algo parecido le ocurrió a Jesús en su época. Él, que era el mismo Dios, vino a traer la Buena Noticia. Anunció, hizo y promulgó el bien, ayudó a necesitados, curó a enfermos…; y, sin embargo, hubo gente que, desde que se hizo relativamente famoso en Israel, quería matarlo y buscaba la forma de acabar con Él. 

Pero lo importante es lo que no aparece en el texto de hoy. A pesar de las amenazas, a pesar de que Jesús era consciente de que seguir actuando como lo hacía podía provocar el deseo de muchos de matarle, siguió adelante. Continuó haciendo lo que era bueno y correcto. 

Hoy, Jesús, quiero aprender una vez más de ti. Que esa valentía tuya me sirva de ejemplo para buscar siempre lo bueno independientemente de las críticas o las opiniones de los demás. Te pido ayuda para parecerme cada día un poco más a ti. Amén.

Piensa en qué circunstancias has dejado de hacer el bien por vergüenza o miedo, e intenta ponerle solución en el futuro.