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Pax et Bonum · 30 noviembre, 2023

Identidad

El carisma de nuestra Orden es la forma misma de vida iniciada por san Francisco bajo la acción del Espíritu Santo en el seno de la Iglesia. Escuchando atentamente el Evangelio y viendo que el Señor le aumentaba de día en día el número de seguidores, escribió para sí y sus hermanos, con sencillez y en pocas palabras, una forma de vida o Reglaguardar el santo Evangelio y las huellas de nuestro Señor Jesucristo, viviendo en obediencia, sin nada propio y en castidad.

Los ideales evangélicos que san Francisco puso como fundamento de la identidad de su Orden son: la vida de oración y devoción, la fraternidad, la pobreza y minoridad entendidas como identificación con Cristo pobre y humilde, estando al lado de los pobres, el anuncio del Evangelio con la vida y no sólo con las palabras, ser instrumentos de paz y reconciliación entre los hombres.

‎Fundados por san Francisco de Asís en 1209‎‎ como Orden de Frailes Menores, a partir del siglo XIV se añadió la denominación de “Conventuales” para expresar un tipo de vida y de apostolado: el que realizaban los hermanos en los conventos e iglesias de los centros urbanos. Y, más adelante, para distinguirnos de las diferentes reformas que iban surgiendo dentro de la Orden. San Francisco quiso ‎‎que sus hermanos se llamasen Frailes Menores para que, ‎‎por el mismo nombre, no olvidaran que habían venido a la escuela de Cristo humilde para aprender la humildad.‎‎ ‎‎ ‎‎Los hermanos que, poco a poco se fueron extendiendo por todo el mundo, formaban verdaderas fraternidades siguiendo las huellas de Cristo y de los apóstoles: renunciaban a todos sus bienes, honores y títulos, oraban juntos, cuidaban unos de otros con amor de madre, se ponían al servicio de todos, anunciaban por pueblos y ciudades la conversión y el reino de Dios.‎ ‎La vida franciscana tuvo su origen en la escucha de Cristo y su evangelio.‎‎ Nos lo muestra el episodio ante el Cristo de la ermita de San Damián, cuando el Señor mismo pidió a Francisco que reparara su Iglesia, que amenazaba ruina. Y aquel otro en que estando en la Porciúcula con sus primeros dos compañeros, después de escuchar el relato de misión de los discípulos, Francisco exclamó: “Esto es lo que yo quiero, esto es lo que yo busco, esto es lo que en lo más íntimo del corazón anhelo poner en práctica” (Tomás de Celano, Vida Primera, IX, 22).‎ ‎«Vivir según el santo Evangelio» fue el carisma específico revelado por el Señor a san Francisco. El resultado de su encuentro con la Buena Noticia del Padre fue una vida pobre, humilde, fraterna, entregada a la predicación y a las obras de misericordia. Ser discípulo no consiste en seguir una idea, es encuentro y familiaridad con una persona: Jesucristo. El hermano menor vive su vocación a la luz de la experiencia de san Francisco de Asís y sus primeros hermanos, es decir, siguiendo con radicalidad las huellas de Cristo. Como María, Virgen hecha iglesia, también nosotros queremos meditar y guardar en el corazón el evangelio, la Palabra del Padre, para conformar nuestra vida con la vida de Cristo, su Hijo, “que Él nos dio, nació por nosotros, se ofreció a sí mismo como sacrificio en la cruz y nos dejó un ejemplo para que sigamos sus huellas” (San Francisco, II Carta a los fieles 11-13). ‎

San Francisco de Asís y sus primeros once compañeros se presentaron al Papa Inocencio III en 1209 y obtuvieron la aprobación oral de su Regla. Con esta aprobación, la fraternidad creció hasta convertirse en la Orden de los Frailes Menores y se fue extendiendo por todo el mundo conocido. Tras el Concilio Lateranense IV, el Papa Honorio III aprobó la Regla definitiva con la bula “Solet annuere” el 29 de noviembre de 1223.

Poco a poco se fue abriendo una grieta en la Orden, que cada vez se hizo mayor, entre los “frailes de la comunidad” o conventuales, que preferían la presencia de los hermanos en las ciudades, y la de los “observantes” (aunque hubo también otros movimientos), con ideales de pobreza absoluta e inclinación a la vida eremítica y ascética. A inicios del siglo XVI, el Papa León X constató la imposibilidad de hacer vivir bajo el mismo gobierno a Conventuales y Observantes y, con la bula “Ite vos” (29-V-1517), dividió la Orden: por un lado los Frailes Menores Conventuales y por otro los Frailes Menores de la Regular Observancia. Unos años más tarde, de estos últimos, surgieron los Frailes Menores Capuchinos.

La división de la Orden fue confirmada por el Papa León XIII con la bula “Felicitate quadam” (4-X-1897), reorganizando de nuevo las órdenes franciscanas y dejándolas en tres, cada una con su propio Ministro General: la Orden de los Frailes Menores Conventuales, la Orden de los Frailes Menores y Orden de los Frailes Menores Capuchinos.

Fue fray Bernardo de Quintavalle, primer compañero de san Francisco,  quien encabezó en 1217 la primera expedición misionera de hermanos a la península Ibérica. Le sucedió en la segunda expedición, como Ministro provincial de España, fray Juan Parenti (1219), quien puso en marcha la Provincia de Santiago o de España y permaneció en ella hasta su elección como Ministro general en el Capítulo de 1227.

A partir del Capítulo general de 1232, celebrado en Rieti, la Provincia de España se desmembró en tres: Santiago, Castilla y Aragón. Las Provincias hispánicas tuvieron una larga época de florecimiento. Lo demuestran los numerosos testimonios de santidad, los conventos con sus estudios generales de Barcelona, Salamanca, Lérida, Toledo, etc. Un gran número de frailes prestaron sus servicios y sufrieron el martirio en Marruecos, Tierra Santa y otros lugares de misión. Y muchos otros fueron elegidos obispos, consejeros reales, etc.

Durante el reinado de los Reyes Católicos, con la intervención eclesiástica, se llevó a cabo una reforma forzada y dramática de los Franciscanos Conventuales, que desembocó en la supresión de la mayoría de conventos de la Provincia de Castilla y, más adelante, de las de Santiago y Aragón. Bajo el reinado de Felipe II, el Papa Pío V suprimirá todas las Provincias de Franciscanos Conventuales de España, abriéndose un largo periodo de ausencia (…)

Fue fray Bernardo de Quintavalle, primer compañero de san Francisco,  quien encabezó en 1217 la primera expedición misionera de hermanos a la península Ibérica. Le sucedió en la segunda expedición, como Ministro provincial de España, fray Juan Parenti (1219), quien puso en marcha la Provincia de Santiago o de España y permaneció en ella hasta su elección como Ministro general en el Capítulo de 1227.

A partir del Capítulo general de 1232, celebrado en Rieti, la Provincia de España se desmembró en tres: Santiago, Castilla y Aragón. Las Provincias hispánicas tuvieron una larga época de florecimiento. Lo demuestran los numerosos testimonios de santidad, los conventos con sus estudios generales de Barcelona, Salamanca, Lérida, Toledo, etc. Un gran número de frailes prestaron sus servicios y sufrieron el martirio en Marruecos, Tierra Santa y otros lugares de misión. Y muchos otros fueron elegidos obispos, consejeros reales, etc.

Durante el reinado de los Reyes Católicos, con la intervención eclesiástica, se llevó a cabo una reforma forzada y dramática de los Franciscanos Conventuales, que desembocó en la supresión de la mayoría de conventos de la Provincia de Castilla y, más adelante, de las de Santiago y Aragón. Bajo el reinado de Felipe II, el Papa Pío V suprimirá todas las Provincias de Franciscanos Conventuales de España, abriéndose un largo periodo de ausencia (…)

El final de la Guerra Civil y la sangre derramada de los mártires abrieron un nuevo tiempo de florecimiento, en el que, desde Granollers (Barcelona), la Orden se fue extendiendo por otros lugares de España. En la actualidad estamos presentes en 10 fraternidades.

Los Franciscanos Conventuales en España formamos una Provincia, puesta bajo la advocación de Nuestra Señora de Montserrat. Estamos presentes en 10 fraternidades donde desempeñamos distintos apostolados: atención pastoral en parroquias e iglesias conventuales; docencia y animación pastoral en colegios propios y ajenos; asistencia en instituciones de caridad; capellanías; medios de comunicación; predicación; etc.

Gobierno provincial:

Fr. Gonzalo Fernández (Definidor), Fr. Joaquín A. Agesta (Vicario Provincial), Fr. Giovanni Voltan (Asistente General del Área Mediterránea), Fr. Juan Antonio Adánez (Ministro Provincial), Fr. Carlos Trovarelli (Ministro General), Fr. Juan Cormenzana (Definidor) y Fr. Roberto LLorente (Secretario Provincial).

 

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