Ser franciscano
- La vocación
- Paso a paso
- Postulantado
- Noviciado
- Profesiones
Este paso puede llevarme a pedir la entrada en una fraternidad franciscana para seguir descubriendo la llamada de Dios. Esta primera etapa se llama postulantado, que significa, llamar a la puerta e iniciar el camino. Dura entre uno y dos años, y está marcado por el discernimiento vocacional, la convivencia fraterna y la oración junto con otros hermanos “más experimentados”, para poder verificar si el deseo que siento de entregar mi vida entera a Dios coincide con la vocación franciscana (o con otro tipo de vocación en la Iglesia). Es importante tener en cuenta que en nuestros días una opción para siempre y un compromiso sin condiciones suenan demasiado fuertes y, con frecuencia, asustan. De ahí que sólo poniendo toda nuestra vida en manos de Aquel que nos ama y nos da su fuerza es posible encontrar la alegría de darnos enteramente. ¡Feliz quien no se entrega al miedo, sino a la confianza!
El postulantado da paso al noviciado, que dura un año. Durante esta etapa, guiados por la experiencia y la sabiduría de los formadores, se nos ayudará a reconocer aún con mayor claridad si nuestra llamada coincide con la vocación del hermano menor. Todo el itinerario espiritual, formativo y de vida fraterna del noviciado, según el carisma de la Orden, es una invitación fuerte a abrazar una vida nueva, la vida en el Espíritu, y a «apasionarnos» en el seguimiento radical de Jesucristo, pobre y humilde, en el amor al Padre y en el servicio a su Reino.
Teniendo en cuenta que la «esencia» de la vida franciscana se encuentra en el don de gracia que el Señor concedió a san Francisco de Asís y en su respuesta pronta y generosa que nos llega a través de sus escritos, biografías y la tradición de la Orden, una parte importante del tiempo se dedica a conocer y profundizar en la riqueza del carisma franciscano.
El tiempo de noviciado concluye con la profesión temporal. El período de votos temporales (pobreza, castidad y obediencia) promueve la maduración del hermano en vista de un sí más consciente, más libre, más maduro y gozoso: ¡Un sí para siempre! Es el momento de la profesión perpetua o solemne. La definitiva donación al Señor en la fraternidad nos prepara para el ministerio que desarrollaremos en la Iglesia y en la Orden. Y esto también a través del sacerdocio para aquel hermano que, además, sea llamado a esta vocación.
Otros aspectos importantes de la formación de un franciscano son el estudio, el trabajo pastoral/apostólico y el servicio y la cercanía a personas que viven en situaciones de exclusión y pobreza. En este sentido, decía san Francisco: «Alegraos, hermanos, cuando conviváis con personas de baja condición y despreciadas, con pobres y débiles y enfermos y leprosos y los mendigos de los caminos».