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Del Evangelio de Lucas 9,22-25

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: 

«El Hijo de Dios tiene que padecer mucho, ser rechazado por todos, ser crucificado y resucitar al tercer día».

Y, dirigiéndose a todos, dijo: 

«El que quiera seguirme, que no sea egoísta, que cumpla con su tarea cada día y se venga conmigo. Pues el que ofrezca su vida por mí, la salvará».

Hace apenas un mes y medio nos tomábamos las uvas y en esos últimos días del año todos los medios de comunicación recordaban lo que había ocurrido en el 2023 en diversos aspectos: éxitos deportivos, como el de la selección femenina de fútbol; luchas en la política; nuevas parejas y rupturas de personajes famosos… Pero pocos se hicieron eco de otros recuentos más tristes y, a la vez, más importantes. El año pasado se despidió con la triste cifra de 20 personas que habían sido asesinadas por su compromiso con la vida de la Iglesia.
Esto no es nuevo, Jesús, porque desde tu muerte en la Cruz han sido millones de personas los que han seguido tus huellas dando su vida por el Evangelio. Ellos nos han demostrado que la felicidad que nos prometes tiene sentido al gastarse por amor.
Señor, ayúdanos a aceptar los momentos difíciles de nuestra vida y danos valentía para ayudar a los que nos rodean: nuestras familias, nuestros amigos, nuestros compañeros… Ayúdanos también a entender que, aunque para ganar tu Reino sea necesario renunciar a algunas cosas, el premio siempre merece la pena.
Amén.

Renuncia a algo que hay en tu vida y que te separa de Dios para crecer en amistad con él.