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Del Evangelio de Lucas 4, 24-30. (Adaptación)

Jesús llegó a Nazaret, donde había vivido siempre. Hablaba a las personas de aquel lugar pero no les gustaba lo que él decía y se enfadaban mucho. Y le mandaban salir de allí. Pero Jesús, pasando entre ellos, seguía su camino.

¡Qué triste debía estar Jesús! Sus vecinos, a quienes hablaba cada día, no le creían. Pero él sigue caminando. Echa un pie hacia adelante como en la imagen y avanza para dar a todo el mundo el amor que guarda su corazón, la sonrisa de Dios. 

A nosotros a veces nos cuesta esto. Nos cuesta hablar de Jesús a nuestros papás, a nuestros amiguitos del parque, a nuestros abuelos. 

Señor Jesús, ayúdame a ser valiente para contar a todos cuánto nos quieres. 

Ayúdame a decir las palabras que hablen de ti todo el tiempo. 

Ayúdame a ser constante y cada día con mis gestos, mis palabras, mis miradas y mis sonrisas, los demás sepan quién eres tú. Amén. 

Canto: Jesús es mi salvador

Hoy voy a contar a los demás quién es Jesús para mí.