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Del Evangelio de Mateo 5, 17-19

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud.
En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley.
El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos.
Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos».

Hoy el evangelista Mateo nos quiere hacer ver que Jesús no vino a romper con los judíos, sino que Él era judío y en Él se cumplía todo lo que este pueblo esperaba y había narrado en las Escrituras. 

Algo parecido es lo que podría decir sobre lo que significa Jesús en mi vida. Hoy

Jesús no viene a abolirla o a quitarme la libertad, como algunos piensan. Todo lo contrario. Viene a dar plenitud a la vida, a llenarla de sentido. Viene con un objetivo claro para la humanidad: el amor. Todos los mandamientos y leyes deben estar basados en esta premisa y no pueden existir sin ella. 

¿Cuáles son las leyes más importantes de mi vida? Si tuviera el poder de elaborar los preceptos en los que se basaran mi existencia y la de mis seres queridos, ¿cuáles serían las normas principales? Ojalá que textos como el de hoy nos hagan olvidar poco a poco nuestro egoísmo y nos acerquen a los demás. 

Estamos llamados, desde este momento, a escribir nuestro nombre en el cielo, a cumplir con el mandamiento del amor en todas nuestras acciones y decisiones, en nuestras palabras, nuestros gestos y nuestros deseos. 

Padre, que nuestro único mandamiento sea el amor, que nuestro sentido seas Tú. Que todas las leyes de mi vida empiecen en Ti y a Ti se dirijan. Amén.

Piensa en las decisiones que has tomado hoy y valora si te mueve el amor o el egoísmo.