El Santo Padre ha partido al encuentro del Señor. Nosotros, como parte viva de la Iglesia, acompañamos este paso con fe y esperanza. Y quizá algunos se han preguntado:
¿Por qué aparecen los Franciscanos Conventuales acompañando el cuerpo del Papa con grandes cirios durante su traslado a la Basílica de San Pedro?
Queremos compartir con vosotros una parte de nuestra historia, discreta pero profundamente significativa. Desde hace siglos, los Franciscanos Conventuales hemos tenido el privilegio de servir a la Iglesia en Roma a través de diversas funciones litúrgicas, pastorales y espirituales. Nuestra presencia en el convento de los Santos XII Apóstoles, confiado a nuestra Orden por el Papa Pío II en 1463, ha sido un punto de referencia para la vida eclesial de la ciudad eterna.
En el siglo XVIII, un momento especial marcó nuestra misión en el corazón de la Iglesia. El 10 de agosto de 1774, el Papa Clemente XIV, hermano nuestro en la fe y miembro de nuestra familia franciscana, nos confió mediante el Motu Proprio Miserator Dominus el ministerio de la Reconciliación en la Basílica Vaticana. Desde entonces, fuimos constituidos Penitenciarios Vaticanos a perpetuidad.
Este ministerio, humilde y exigente, nos permite acoger a los fieles y peregrinos que se acercan a San Pedro buscando el sacramento de la penitencia. Escuchamos, acompañamos y ofrecemos el perdón del Señor. Actualmente, este servicio lo realizamos 14 frailes de distintas nacionalidades, y lo vivimos con espíritu de fraternidad, acogida y discreción.
Además, desde aquel mismo año de 1774, asumimos también una tarea simbólica y entrañable: acompañar con cirios encendidos el traslado del cuerpo del Papa fallecido hasta la Basílica de San Pedro, y velarlo en oración hasta su entierro. Es un gesto que no solo honra la figura del Sucesor de Pedro, sino que expresa la cercanía histórica y espiritual de nuestra Orden con el ministerio petrino y la vida de la Iglesia universal.
Lo vivimos no como un acto ceremonial más, sino como un verdadero servicio de fe y fraternidad. Una vela encendida junto al cuerpo de quien entregó su vida a Cristo y a la Iglesia, es también una vela encendida por toda la humanidad.
Hoy, elevamos nuestras oraciones por el alma del Papa Francisco.
Descanse en Dios. Amén.

Con ocasión del 250 aniversario de la presencia de la Orden como Penitenciarios de la Basílica de San Pedro, nuestros Hermanos fueron recibidos el 24 de octubre de 2024 en la Sala del Consistorio en audiencia privada por el Papa Francisco, primer Papa que lleva el nombre de nuestro seráfico padre fundador.



