Del Evangelio de san Mateo 17, 10-13
Cuando bajaban del monte, los discípulos preguntaron a Jesús: «¿Por qué dicen los escribas que primero tiene que venir Elías?».
Él les contestó: «Elías vendrá y lo renovará todo. Pero os digo que Elías ya ha venido y no lo reconocieron, sino que han hecho con él lo que han querido. Así también el Hijo del hombre va a padecer a manos de ellos».
Entonces entendieron los discípulos que se refería a Juan el Bautista.
Señor Jesús,
una jornada más leo tu Evangelio
y descubro que también yo estoy lleno de preguntas:
¿Cuándo volverás?
¿Por qué me resulta tan difícil comprender y vivir algunos de tus mandamientos?
¿Cómo vivirte en este momento de la Historia y de mi vida?
¿Cómo discernir si lo que hago o dejo de hacer
es lo que tú quieres o lo que yo creo que tú quieres?
¿Cómo querer lo que tú quieres?
¿Cómo anunciarte en mi trabajo, en mi familia, en mi comunidad, en la calle?
¿Cómo hablar de ti a los que de ti no quieren oír hablar?
¿Cómo vivir con profundidad tus sacramentos sin caer en la rutina?
¿Cómo ser para los demás en tu nombre?
¿Cómo vivir la fraternidad sin más intención que la de vivirla en profundidad?
¿Cómo construir fraternidad en un mundo tan individualista?
Señor Jesús,
¡tengo tantas preguntas!
Ayúdame a escucharte.
Enséñame a leer mi vida desde ti.
Ayúdame a discernir qué es lo que quieres para mí.
Enséñame a vivir mi bautismo con alegría y responsabilidad.
Ayúdame a ser en comunidad.
Ayúdame a seguirte sin excusas.
Enséñame a vivir el Padrenuestro.
Ayúdame a amar a mi prójimo como tú.
Señor Jesús,
sé la respuesta a mis preguntas:
que no intente entenderlo todo.
Ayúdame a aceptar tu voluntad
y a vivir sabiéndome por ti llamado.
Haz que valore la vida comunitaria
como una buena respuesta a muchas de mis preguntas.
Haz que la corrección fraterna me haga crecer.
Haz que en la vida fraterna siga encontrando siempre
motivos para seguir esperándote.
Así te lo pido. Así sea.
Voy a detenerme en pensar algunas preguntas que tengo y que no sé responderlas, que no encuentro el momento para plantearlas en serio, que no tengo ni idea de cuál es su respuesta. Una vez las tenga escritas, se las voy a ofrecer al Señor en mi oración. Que el Señor me ayude a vivir las dudas con esperanza, las esperas con ilusión y su voluntad con toda mi voluntad.







