Del Evangelio de san Mateo 9, 35 — 10, 1.5a.6-8. Adaptación.
En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio y curando toda enfermedad.
Al ver a tanta gente pobre y enferma, se compadecía de ellas, porque estaban cansadas y abandonadas, «como ovejas que no tienen pastor».
Entonces dice a sus discípulos: «La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies».
Hoy en el Evangelio, san Mateo nos dice que Jesús nos abre su corazón y vemos sus sentimientos. Un corazón que siente compasión por los más necesitados y por todos, por ti y por mí.
Al igual que entonces Jesús contó con los discípulos, hoy cuenta con todos los sacerdotes que también nos abren sus corazones: nos ayudan, consuelan y guían siempre.
Gracias, Jesús. Gracias por tu compasión, por sanarnos a todos.
Ven siempre junto con sacerdotes, catequistas, amigos, compañeros, profesores… para cumplir la voluntad de tu Padre.
Amén.
Hoy, al llegar a casa, voy a hacer un gesto concreto de ayuda: recogeré mi habitación y además ayudaré a recoger la cocina después de comer o cenar, sin que me lo pidan.







