Del Evangelio de san Mateo 11, 28-30. Adaptación.
En aquel tiempo, Jesús tomó la palabra y dijo: «Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas.»
Señor Jesús, a veces vivo poco el evangelio y me siento cansado, especialmente, estoy cansado del pecado. Siempre cayendo en lo mismo, en mirar egoístamente hacia mí, en compararme con los demás, en la soberbia que nace en mi corazón cuando me creo mejor que el resto, en pensar que yo lo hago todo bien, en pensar que, como ya voy a misa, rezo cada día, me puedo poner el título de: “Soy buen cristiano”.
Si miro mi corazón, a veces, no veo dulzura ni humildad, simplemente veo egoísmo y autoengaños.
Señor, quiero vivir el evangelio, quiero volver a Ti, quiero entrar en tu presencia cada día y encontrarme contigo y, así, encontrar descanso para mi corazón.
Señor, quiero vivir el evangelio de la fraternidad como nos enseña san Francisco. Quiero encontrarme contigo y descansar en Ti a través de los hermanos que Tú has puesto en mi vida.
Amén.
Hoy voy a hacer un gesto de humildad: elegiré a alguien con quien normalmente me cuesta llevarme bien y tendré con esa persona una actitud amable, escuchar, agradecer o ceder, para aprender de Jesús a ser manso y humilde de corazón.







