«Por eso, el encuentro con Jesús corresponde a las esperanzas más profundas de nuestro corazón, porque Él es el Amor de Dios hecho hombre.” León XIV
Este verano, 55 jóvenes y frailes de la Provincia de España y la Custodia de Colombia hemos tenido el regalo de peregrinar a dos lugares que son alma y corazón de nuestra fe: Asís y Roma. Han sido días de fraternidad, silencio, luz y compromiso. Días para escuchar la voz del Señor en el testimonio de Francisco, en la belleza de la Iglesia y en el encuentro con miles de jóvenes del mundo entero.
Asís: tierra de hermanos
Asís no se visita, se deja habitar. Paseamos por los mismos senderos donde Francisco desnudó su vida para vestirla con el Evangelio. Rezamos en la Porciúncula, donde el carisma franciscano floreció como vida nueva. Celebramos la Eucaristía, compartimos el pan, la alegría y el silencio. Fue una experiencia intensa de fraternidad universal, donde las lenguas distintas no impidieron cantar juntos el amor a Cristo pobre y crucificado.
En medio de la jornada, resonaron en nosotros las palabras del Papa León XIV en la vigilia de Tor Vergata:
“Aspirad a cosas grandes, a la santidad, allí donde estáis. No os conforméis con menos. Entonces veréis crecer cada día la luz del Evangelio, en vosotros mismos y a vuestro alrededor.”
— Papa León XIV, Jubileo de los Jóvenes, 3 de agosto de 2025
Roma: cruzar la Puerta Santa
Después de beber de las fuentes de Asís, pusimos rumbo a Roma para vivir el gran signo del Jubileo: el paso por la Puerta Santa de la Basílica de San Pablo Extramuros. Allí, con la mochila del corazón llena, cruzamos el umbral hacia la misericordia. Fue un gesto humilde, pero profundo: atravesar la puerta del perdón, el amor y la esperanza.
Y en la gran vigilia del sábado, bajo el cielo romano de Tor Vergata, más de un millón de jóvenes escuchamos la voz firme del Papa:
“Vosotros sois el signo de que otro mundo es posible.”
— Papa León XIV, bendición final, Jubileo de los Jóvenes
Aquel campo vibraba de alegría, pero también de decisión. No fuimos para mirar: fuimos enviados. Al terminar la Misa, el Papa nos impulsó con estas palabras:
“Vayan y propaguen vuestro entusiasmo y el testimonio de vuestra fe en todos los que encuentren.”
La valentía de elegir
Uno de los mensajes más hondos que resonaron en este Jubileo fue la llamada a elegir. No vivir por inercia, ni dejarnos llevar por el ruido, sino tomar decisiones grandes. León XIV nos recordó:
“La valentía de elegir surge del amor que Dios nos manifiesta en Cristo. Él es quien nos ha amado con todo su ser salvando el mundo, y mostrándonos así que el camino para realizarnos como personas es dar la vida.”
Esas palabras, para nosotros como franciscanos, son eco del mismo Francisco de Asís. Porque elegir la pobreza evangélica, la fraternidad, la entrega al Evangelio no es huir del mundo: es entregarse del todo para transformarlo desde dentro.
Iglesia joven, Iglesia viva
Este Jubileo ha sido mucho más que un viaje. Fue un acto de fe en la juventud, en su capacidad de vivir en serio el Evangelio. Fuimos testigos de una Iglesia viva, joven, alegre y pobre, como la soñó San Francisco. Una Iglesia donde no se pide perfección, sino verdad. Donde lo esencial no se compra, sino que se entrega.
Volvemos a nuestras ciudades, comunidades y parroquias con el alma encendida. Llevamos nombres, rostros, himnos, silencios y promesas. Y sobre todo, llevamos un fuego: el deseo de aspirar a lo grande, de caminar en santidad allí donde estemos.
Gracias
Gracias a todos los que han hecho posible esta peregrinación: a los que organizaron, acompañaron, sostuvieron con la oración. Gracias a los jóvenes que dijeron “sí” a esta aventura. Y gracias a Dios, que sigue llamando a través del viento suave del Espíritu.
Como dijo San Francisco:
“Comencemos, hermanos, a servir al Señor, porque hasta ahora hemos hecho poco o nada.”
Pues comencemos.
Porque el Jubileo no ha terminado: ahora empieza el camino.
