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📍 Los frailes franciscanos conventuales hemos estado tradicionalmente vinculados con los ambientes del estudio, el mundo de la cultura y las humanidades, interesándonos por todo aquello que nace del espíritu humano, atendiendo a los signos de los tiempos a la luz de la fe; promoviendo y dignificando nosotros también el mundo de los estudios con frutos de sabiduría de lo que dan testimonio muchos de nuestros históricos hermanos que, en su momento, contribuyeron en escenarios tan variados como la música, las matemáticas, las ciencias naturales y también las artes.

Además, en nuestras Constituciones se anima a los hermanos a profundizar en los estudios de teología, así como en aquellas disciplinas que puedan enriquecer nuestro carisma y servir a la obra de la evangelización. Es por ello que hace cuatro años se me pidió comenzar los estudios humanísticos de Historia del Arte. El lugar para ello no podía ser más idóneo, la Universidad de la histórica Valladolid, centro académico que desde 1241 acompaña la vida de una ciudad central para la historia, las artes y los artistas. No en balde, aquí vivieron grandes mecenas como Carlos V, Felipe II, Felipe III… abrieron sus talleres grandes artistas como Juan de Juni, Alonso Berruguete, Gregorio Fernández o Juan de Arfe. Fue el escenario para importantes escritores como Miguel de Cervantes o Francisco de Quevedo y capital también de grandes santos como santa Teresa de la Jesús, san Juan de la Cruz o san Ignacio de Loyola.

En esta ciudad rica en arte y santidad he culminado los estudios en Historia del Arte que, lejos de haberlo vivido como quien hace una carrera, ha sido para mí un evidenciar, cada vez de manera más profunda, como esa Via Pulchritudinis de la que la Iglesia tanto se ha valido y en la que ella es maestra sigue siendo un camino privilegiado para acercar a los hombres a Dios. Sobre todo, en nuestra sociedad actual, donde la cultura de la imagen es tan relevante.

San Francisco de Asís en su momento entonó al Señor una de las características con las que las artes han sabido darle la mejor de las alabanzas: “Tú eres Belleza”. Así, como historiadores del arte hemos aprendido, no solo a describir, catalogar, manipular o comentar las grandes obras, sino sobre todo a comprender el significado profundo, el para qué fueron hechas. Como fraile franciscano creo que este camino de estudios puede ayudar a despertar en el hombre de hoy el amor por la Belleza con mayúsculas que se esconde detrás de las obras de arte, de los grandes relatos históricos que las han acompañado o han dado a luz a muchas de las obras que hoy contemplamos; espacios en los que elevamos la vista o retablos y esculturas que se custodian en iglesias y museos.

El camino ha sido intenso, en ocasiones difícil, pero ante todo enriquecedor. La experiencia de estar como fraile en el ambiente de una universidad estatal también ha sido de gran riqueza y espero que de buen testimonio. Ahora toca poner al servicio del Evangelio lo estudiado y que otros puedan, como san Francisco, encontrarse con la Belleza de Dios de lo cual es reflejo todo lo que de verdadero, bueno y bello se ha hecho en la Historia del Arte.

fray Alejandro María Aldavero OFM Conv.