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Del Evangelio de san Mateo 1, 18-24. Adaptación. 

María, la mamá de Jesús, tenía un novio que se llamaba José. Un día, llegó un ángel a casa de María y le dijo que iba a ser la mamá de Jesús.

A José, mientras dormía, se le apareció en sueños un ángel que le dijo: «José, no tengas miedo.

María va a tener un bebé y tú le llamarás Jesús. Él nos querrá tanto a todos que estaremos siempre felices».

Todo esto sucedió. Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y acogió a su mujer.

¿Quién es ese señor que hay en la foto? Es José. Era un hombre bueno que quería mucho a Dios.
Porque lo quería, intentaba hacer siempre lo que Dios le pedía.
Cuando un ángel le habló, José escuchó con el corazón y confió en Dios.
A veces nosotros no escuchamos y hacemos las cosas como nos parecen. Somos tan mayores que queremos abrir el corazón y escucharle.  

San Francisco también quiso hacer lo que Dios le pedía,
aunque algunos no lo entendieran.
Jesús nos enseña que lo más importante es amar a Dios
y hacer siempre el bien.

Jesús,

ayúdame a escucharte.

Ayúdame a confiar en ti.

Haz mi corazón humilde y bueno.

San José, cuídame.

Enséñame a hacer lo que Dios quiere.

Dame valentía para abrir el corazón y acogerte.

Quiero ser tu cuna, Jesús.

Amén.

Hoy voy a intentar hacer las cosas por cariño: obedecer a la profe porque la quiero y la respeto, no solo “porque toca”. José escuchó al ángel con el corazón; yo también quiero escuchar a Jesús en lo que me piden con cariño.

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