Del Evangelio de san Mateo 3, 1-12. Adaptación.
Por aquellos días, Juan Bautista se presentó en el desierto de Judea, predicando:
«Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos».
Juan Bautista decía a todos los que se encontraba a su paso que se convirtieran, que siguieran los pasos de Jesús, que reparasen su corazón para acoger y amar a todos como nos enseña Jesús. Gente de Jerusalén, de Judea y del valle del Jordán confesaban sus pecados y él los bautizaba en el río Jordán.
Juan nos habla desde el desierto, el lugar del encuentro con Dios. Es un hombre austero y esto le ayuda a vivir lleno de Dios, no necesita nada más.
Señor Jesús, ¡qué grande es Juan Bautista! Gracias por todos los que nos anuncian tu Palabra y nos ayudan a comprenderla en profundidad y a ponerla en práctica en nuestra vida diaria.
Ayúdame a vivir cuidando los pequeños detalles que preparen mi corazón para acogerte.
Como San Francisco, te doy gracias por mis hermanos, concédeme recibir a cada uno de ellos cada día como un regalo que quiero acoger y cuidar.
Señor Jesús, convierte mi corazón para que mi vida entera hable de tu vida, de tus palabras y de tu empeño por hacer de este mundo un lugar en el que todos podamos vivir en paz.
Amén.
Hoy voy a preparar mi corazón pidiendo perdón en casa por algo concreto, una mala contestación, un enfado o no haber ayudado, y trataré de empezar el día con una actitud nueva.







