Del Evangelio de san Mateo 7, 21.24-27
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No todo el que me dice “Señor, Señor” entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca. El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se derrumbó. Y su ruina fue grande».
Cayó la lluvia y se desbordaron los ríos… Señor, al leer hoy el evangelio me han venido a la mente las imágenes de la última DANA en el levante: casas arrasadas, árboles arrancados de cuajo, vías suspendidas en el vacío… ¡Cuánto dolor y cuánta destrucción!
Hoy, tu Palabra me interpela: ¿sobre qué está construida mi vida? O, dicho de otra manera: mi casa, ¿sería capaz de resistir las DANAS de la vida?
Señor, el joven Francisco reconstruyó la ermita de san Damián sin darse cuenta de que, en realidad, era su propia vida, la nueva vida a la que Tú le habías llamado, la que estaba construyendo sobre roca firme. La oración frecuente, el diálogo amoroso contigo, la escucha de tu Palabra, la celebración de los sacramentos, la compañía del sacerdote de san Damián y el servicio a los leprosos fueron los cimientos de una vida que, años después, tuvo que soportar muchos fracasos, incomprensiones y decepciones.
Señor, que no me deje engañar por la comodidad de una vida construida sobre arena, pero frágil ante las dificultades. Señor, que construya mi vida sobre ti, sobre la roca firme que eres tú, con la certeza que me da tu Palabra: cayó la lluvia, se desbordaron los ríos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca. Amén.
Hoy voy a coger una piedra y la voy a llevar a casa para que me recuerde que quiero construir mi “casa” -mi vida- sobre la roca que es Jesús.