Orden

VIII Centenario de la Regla no bulada (1221-2021)

MUSEO DEL PRADO

Fr. Abel García-Cezón

Fr. Abel García-Cezón

Redacción web

Este año se celebra el octavo centenario de la Regla no bulada, presentada por Francisco de Asís al Capítulo General de la Orden de 1221. Conocida también como primera Regla, para distinguirla de la segunda redacción, de 1223, que sí fue bulada oficialmente por el papa Honorio III, los veinticuatro capítulos que la forman constituyen la hoja de ruta de la vida franciscana de la primera Orden, válida todavía hoy, ocho siglos después de su aprobación.

Regla viene del latín regula y deriva del verbo regere, que significa dirigir, guiar, gobernar. En sentido real, es todo instrumento rígido que sirve para trazar líneas rectas. En sentido figurado, es toda pauta o norma de actuación. En la vida religiosa, la Regla indica los escritos destinados a ser norma de vida de un grupo religioso. La Regla es un género literario. En ella se intenta plasmar, por parte del fundador, el modo concreto del seguimiento de Cristo. El término Regla fue usado por primera vez en el siglo VI por el autor de la Regla del Maestro y por san Benito para designar su obra legislativa. Francisco usa la palabra regla 26 veces en sus escritos.

¿Por qué se llama Regla no bulada? Mientras Francisco vive como penitente, se le unen los dos primeros compañeros, Bernardo de Quintavalle y Pedro Cattani. Buscan en el Evangelio una norma de vida. Abren por tres veces el libro de los evangelios y se encuentran con dos textos de llamada y un tercer paso de misión: un programa completo de seguimiento de Cristo. Francisco afirma entonces: «Esta es nuestra Regla». Y escribe en el Testamento: «Y yo lo hice escribir en pocas palabras y sencillamente». Cuando en el grupo llegan a ser doce compañeros con Francisco, van a Roma (1209). Tienen una audiencia con el papa Inocencio III. Francisco presenta el texto escrito al Papa y este se lo aprueba oralmente. Dos factores importantes apoyan la decisión del pontífice en un tiempo de profundas preocupaciones para la Iglesia: la devoción y obediencia de Francisco a la Santa Sede, y su procedencia de una ciudad cuya recuperación era de particular importancia para los Estados Pontificios.

Confirmación sin bula

Sabemos por el testimonio de Jacobo de Vitry, obispo de San Juan de Acre, que los hermanos menores se reunían anualmente para alegrarse con el Señor, comer juntos y, valiéndose del consejo de santos varones, redactar y promulgar constituciones, que eran confirmadas por el Papa, pero no con bula oficial de aprobación, de ahí el título de Regla no bulada. Dichas constituciones van integrando la Regla, que es presentada en el Capítulo General de 1221. Por eso es llamada también Regla de 1221. Francisco encarga a Cesáreo de Espira, especialista en Sagrada Escritura, que complete el texto con algunas citas bíblicas, fundamentalmente evangélicas. Realizado el trabajo, Francisco presenta la Regla, para su aprobación, en el Capítulo General de 1221, llamado de las Esteras.

En él participan, dice el cronista Jordán de Giano, presente en la asamblea, tres mil hermanos. Las Florecillas suben el número a cinco mil. La Regla es aprobada por el Capítulo y es propuesta por Francisco a toda la Orden: «Ruego a todos los hermanos que aprendan el tenor y el sentido de las cosas que están escritas en esta vida para la salvación de nuestra alma. Y ruego a todos, besándoles los pies, que las amen mucho, las guarden y las conserven». El Papa aprueba y confirma la Regla, pero sin bula: «Esta es la vida que el hermano Francisco pidió al señor papa le concediera y confirmara, y este le concedió y confirmó para sí y para sus hermanos, que han sido, son y serán».

Una Regla trazada con la experiencia de la vida. La Regla no bulada es un documento rico en datos recogidos desde los orígenes de la Orden: la experiencia de vida fraterna, de misión y de normas evangélicas redactadas e integradas durante la celebración de los Capítulos Generales anuales, aprobadas cada vez por la Sede Apostólica sin bula oficial.

Regla primitiva

El núcleo duro de la Regla no bulada es el texto presentado por Francisco al papa Inocencio III en 1209. En torno a este texto se van añadiendo las diversas constituciones capitulares durante un decenio (entre 1210 y 1220), ya que la Orden crece y se encuentra con nuevas situaciones y problemas. El primer capítulo, casi seguro, pertenece a este eje original. La fraternidad carece de nombre.

El capítulo I comienza así: «La regla y vida de estos hermanos es esta: vivir en obediencia, en castidad y sin nada propio, y seguir la doctrina y las huellas de nuestro Señor Jesucristo». Sin embargo, el nombre lo encontramos en el capítulo VI: «Todos sin excepción llámense hermanos menores». Y siguen los textos evangélicos de llamada y de misión. Los capítulos XIV y XV enuncian la vida itinerante de los hermanos por el mundo: no lleven nada consigo; anuncien la paz en la casa que los acoja, comiendo y bebiendo lo que les pongan delante; no resistan a nadie; pongan la otra mejilla y den el manto al que se lo quite. Se les ordena no tener bestia alguna ni montar a caballo. Se determina que el sustento del grupo se alcance por medio del trabajo manual (capítulo VII), ejerciendo el oficio que conocen, siempre que no vaya en contra de la salvación de su alma; sometidos siempre a otros, como menores; el ocio es combatido. «Y, cuando sea necesario, vayan por limosna como los otros hermanos». Ejercen su apostolado y presencia entre la «gente baja y despreciada, con los pobres y débiles, con los enfermos y leprosos, y con los mendigos que están en la vera del camino».

Concilio IV de Letrán

El Concilio IV de Letrán (1215), un hito importante en la historia de la Iglesia, obliga a Francisco y a sus hermanos a realizar algunos cambios, que afectan al Capítulo General. Se introducen dos reuniones anuales: en Pentecostés y en la fiesta de San Miguel. El Capítulo es importante. En él se trata de cómo observar mejor la Regla, se estudian los problemas con los que se encuentran los hermanos, se discuten y se fijan normas fundamentales con la participación de todos. El Concilio pide cambios en la predicación. De la predicación penitencial, encomendada por Inocencio III, en la que todos los hermanos pueden predicar con las obras (capítulo XVII) o la exhortación al pueblo (capítulo XXI), pasamos a los hermanos predicadores, cuyo oficio es concedido por su ministro (capítulo XVII).

Discernimiento común

Importante es la voz de la fraternidad en el discernimiento comunitario. Leyendo la Regla no bulada con atención, constatamos que es un mosaico en el que se ha ido encajando cada pieza. De manera que aparecen algunas palabras que sirven de enlace, como «en el nombre del Señor», que es el encabezamiento de un documento aparte; «todos los hermanos», «además», «y también». La variedad de estilos en el documento que nos ha transmitido el texto final de la Regla no bulada da razón de las diversas propuestas aprobadas en los veinticuatro capítulos de que consta, la pluralidad de voces de los distintos grupos y la preocupación de todos por describir, a través de normas, el alma del hermano menor. De capital importancia es la reflexión sobre la vida fraterna (capítulos VII y XI). Las relaciones fraternas se basan en el amor gratuito, la acogida, el respeto mutuo y el perdón. Un cuidado especial se pide para con el hermano enfermo: «No lo abandonen, sino designen a uno de ellos o más, si fuera necesario, que le sirvan como querrían ellos ser servidos».

Expansión de la Orden

La expansión de la Orden fuera de las fronteras de Italia en 1217 nos habla de un crecimiento numérico de los hermanos, que conlleva la creación de Provincias (espacios geográficos en los que los hermanos menores llevan a cabo su vida y su misión), la institución de los ministros provinciales (los hermanos responsables, siervos de los demás hermanos), sus funciones: distribuir a los hermanos por los lugares (conventos), visitarlos frecuentemente, amonestarles y confortarles. También se aborda la aceptación de quienes vienen a nosotros, exponiéndoles el tenor de nuestra vida y examinándoles sobre su catolicidad; potenciar la relación entre los hermanos ministros y los otros hermanos, fundada en la caridad, en el servicio y en la obediencia mutua (capítulos IV, V y VI).

Año de prueba

Con la bula Cum secundum consilium (22 de septiembre de 1220) se instituye el año de noviciado o año de prueba, y algunas condiciones para quienes son recibidos en la Orden: la venta de los bienes, si pueden; no vagar fuera de la obediencia; y el modo de vestir: una túnica con capucho, el cordón, los calzones y con los pies descalzos (capítulo II). Acaso, a raíz de la experiencia de Francisco en Oriente y el martirio de los misioneros enviados a Marruecos, se introduce el capítulo XVI sobre las misiones entre sarracenos e infieles, que es una de las perlas de la Regla no bulada. La bula Sane cum olim (22 de septiembre de 1219) del papa Honorio III sobre la Eucaristía influye para que se introduzcan los temas sobre los sacramentos: penitencia y eucaristía; alabanza, exhortación y acción de gracias. Estos temas no entraron, en la medida que esperaba Francisco, en la Regla bulada (1223), y esto le dio pie para que nos dejara un buen número de cartas sobre la eucaristía, y la carta a todos los fieles también sobre la penitencia.

Repertorio de vida

La Regla no bulada es un documento de altísimo valor para el conocimiento del ideal de Francisco, una fuente clara para el discernimiento de su espiritualidad y de su piedad personal. Pero también es un repertorio de vida y de caminos andados por la primera generación de hermanos menores en la búsqueda de la forma evangélica que los signos de los tiempos pedían. La aprobación de la Regla no bulada en el Capítulo General de 1221 no debía constituir para Francisco un texto definitivo. En primer lugar, porque al promulgarla no se preocupó de obtener la confirmación de la Santa Sede. En segundo lugar, porque manifiesta muy pronto la voluntad de introducir nuevos cambios, como se constata en la carta escrita a un ministro. Además, se debían introducir la figura del cardenal protector, así como tratar otros temas que no estaban todavía resueltos.

Abrir caminos

La Regla no bulada, con sus 800 años, no es una pieza de museo, sino un manantial de agua viva, una mina de la espiritualidad sanfranciscana. Aquella experiencia fraterna ha traspasado los siglos y nos llega fresca y oportuna para reflexionar. Y, si es preciso, para mejorar la fraternidad y dar sentido a la minoridad, a la itinerancia, a la misión como presencia cristiana, al trabajo, a la alabanza… La Regla no bulada no es un libro de normas, sino una forma de vida, que continúa ayudando a abrir caminos hoy.

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