05/04/2023
No solo sentimiento
05/04/2023
No solo sentimiento
Del Evangelio de Lucas 23, 27-29
Lo seguía un gran gentío del pueblo y de mujeres que se golpeaban el pecho y lanzaban lamentos por él. Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: «Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos, porque mirad que vienen días en los que dirán: “Bienaventuradas las estériles y los vientres que no han dado a luz y los pechos que no han criado”».
No resulta fácil descubrir qué quiere decir Jesús con sus palabras a estas mujeres que lo seguían en su camino hacia la cruz. ¿Cómo entenderlo? No vamos a pensar mal de su gesto, que parece sincero y que apunta a una verdadera compasión por Cristo en su dolor. Pero ¿por qué no pensar también que puede tratarse de una advertencia ante una reacción puramente sentimental, que no llega a ser conversión y compromiso, cambio real y nueva vida? Nos pasa muchas veces con la fe, sobre todo con las experiencias que vivimos: un rato de oración, un retiro o un encuentro, una Pascua o una peregrinación… Pero también con tantas realidades que vemos directamente o por los medios: pobreza, sufrimiento, soledad y guerra. De poco sirve emocionarse y llorar si, pasados unos días, nuestra vida continúa como siempre; si la experiencia vivida no se traduce, aunque sea muy sencillamente, en un pequeño paso hacia adelante, en atreverse a cambiar, a dejar, a decir que no…, o a empezar, a arriesgar, a decir “sí”, “aquí estoy” o “cuenta conmigo”.
Señor, a las mujeres que lloraban por ti les hablaste de conversión, de cambio, de no quedarse solo en la emoción del momento, sino de ir más allá. Haz que caminemos junto a ti sin limitarnos a ofrecerte solo palabras, buenos propósitos o emociones. Haz que nos atrevamos a ir más allá. Conviértenos y danos una vida nueva; no permitas que, al final, nos quedemos como el leño seco, sino que lleguemos a ser sarmientos vivos en ti, la vid verdadera, y que produzcamos buenos frutos, aquellos que san Francisco llamará “frutos de penitencia”: la misericordia, la bondad, la humildad, la caridad, la mansedumbre… Amén.
Toma en serio la experiencia de la Semana Santa. No te quedes solo en las emociones y los buenos propósitos y conviértete verdaderamente a través de pequeños pasos hacia adelante que cambien tu vida y te acerquen más a Dios y a los hermanos.