10/03/2023
Déjate hacer
10/03/2023
Déjate hacer
Del Evangelio de Mateo 21, 33-43, 45-46
En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
«Escuchad otra parábola:
“Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, construyó una torre, la arrendó a unos labradores y se marchó lejos.
Llegado el tiempo de los frutos, envió sus criados a los labradores para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro y a otro lo apedrearon.
Envió de nuevo otros criados e hicieron con ellos lo mismo. Por último, les mandó a su hijo diciéndose: ‘Tendrán respeto a mi hijo’.
Pero los labradores, al ver al hijo se dijeron: ‘Este es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia’. Y agarrándolo, lo sacaron fuera de la viña y lo mataron.
Cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?”».
Le contestan: «Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores que le entreguen los frutos a su tiempo».
Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos».
Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír sus parábolas, comprendieron que hablaba de ellos.
Jesús, hoy me hablas a través de esta parábola llena de simbolismos.
La viña es el pueblo de Dios, que es el propietario de la misma, y los labradores que contrata son los dirigentes del pueblo, los sumos sacerdotes, que tienen la labor de cuidar de la viña. Los criados que van a recoger los frutos son los profetas que Dios envía a lo largo de la historia, a los que los labradores aniquilan y tratan injustamente. Además, no solo lo hacen con los criados, sino con el hijo del propietario, es decir, contigo mismo; así anunciaste a los sumos sacerdotes la manera en que morirías: a manos de los mismos labradores que tu Padre había puesto en su viña para cuidarla. Denunciaste la actitud de los dirigentes del pueblo de Dios y anticipaste el rechazo que iban a tener contigo, con el Hijo de Dios.
Pero hoy también me hablas a mí, haciéndome ver que quizás yo también rechazo tu acción en mi vida. Si me paro a pensar, ¿cuántas veces he desechado a los “profetas” que has mandado a actuar en mi vida, a esas personas que has designado para acercarme más a ti? ¿Cuántas veces te he dicho a ti, Jesús, que no te necesito en mi vida, que yo solo puedo salvarme, que no necesito tu ayuda?
Jesús, regálame ver que me amas, incluso con mis peores actitudes. Hazme comprender que quieres cuidarme y que te alegras cuando me dejo hacer por ti, reconociendo que lo mejor es dejarlo todo en tus manos.
Amén.
Escucha y acoge la palabra de Dios y aléjate de la soberbia y la autosuficiencia.