01/03/2023
Si no lo veo, no lo creo
01/03/2023
Si no lo veo, no lo creo
Del Evangelio de Lucas 11, 29-32
En aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús, y él se puso a decirles:
«Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Pues como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta generación.
Los hombres de Nínive se alzarán en el juicio contra esta generación y harán que la condenen; porque ellos se convirtieron con la proclamación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás».
Jesús, ¡cuántas veces necesito ver para creer!
Me pasa en las relaciones interpersonales: alguien puede apreciarme mucho, y, aunque sea consciente de ello, me lo creeré más cuando esa persona tenga un gesto de cariño hacia mí, demostrándome cuánto le importo. Y, quizás, aunque me enseñe que me quiere, siga sin creerme amado.
En tus tiempos la gente no era muy diferente a la de los míos. Tú lo viviste: constantemente te pedían signos y señales, milagros, para creer en tu mensaje y, a pesar de todo, aquella “generación perversa” no creía en ti.
Lo que no sabían es que el signo más importante que iban a recibir ya estaba entre ellos: Tú mismo, Dios, preparado para sacrificarte en una cruz por todos y cada uno de ellos, por el amor que les tenías.
No te creyeron entonces, y todavía nos cuesta, a mí y a cada uno de nosotros, creerte ahora: me dices que te sacrificas por mí, especialmente por mí, ¡porque me amas! ¡Qué locura!
Jesús, regálame la fe para saberme amado por ti, para ver que cargas con mis pecados y mi dolor porque me amas, para creer realmente que vienes por mí, y entonces poder decir: “¡Señor mío y Dios mío!”. Amén.
Pídele a Jesús que te ayude a creer en su amor por ti y comprométete a vivir de tal manera que reflejes ese amor de Dios en todo lo que haces.