25/02/2023
¡Sígueme!
25/02/2023
¡Sígueme!
Del Evangelio de Lucas 5, 27-32
En aquel tiempo, vio Jesús a un publicano llamado Leví, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo:
«Sígueme».
Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió. Leví ofreció en su honor un gran banquete en su casa, y estaban a la mesa con ellos un gran número de publicanos.
Y murmuraban los fariseos y sus escribas diciendo a los discípulos de Jesús:
«¿Cómo es que coméis y bebéis con publicanos y pecadores?».
Jesús les respondió:
«No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan».
Hola, Jesús. ¡Tú sí que tienes poder de atracción! Ves a Mateo que estaba trabajando, te acercas a él, le dices «sígueme»… ¡y él lo deja todo y te sigue!
Me vienen a la memoria las llamadas a seguirte que hiciste a otros discípulos tuyos, como cuando llamaste a Simón, Andrés, Santiago y Juan en el lago de Galilea, mientras estaban trabajando como pescadores. Y me doy cuenta de dos cosas que se repiten en todas ellas: son llamadas en la cotidianidad, en el “día a día”, en medio del trabajo diario, y en todas la respuesta fue la misma: dejarlo todo inmediatamente y seguirte.
Y me vienen a la cabeza las palabras de un fraile muy amigo que siempre me recuerda que lo importante nos lo solemos jugar en el «tiempo ordinario», en nuestro día a día. Y yo me pregunto: ¿cómo respondo yo a tu llamada a seguirte en medio de mi rutina? Porque si algo me queda claro de este pasaje es que tú me llamas a seguirte no solo en ocasiones especiales o en momentos puntuales, sino también en los estudios, en el trabajo, en mis relaciones familiares, de amistad, de pareja…
Señor Jesús, amigo y maestro, dame la valentía para que, como Mateo, responda con un sí a tu llamada a seguirte. Ayúdame a discernir cómo hacer real tu seguimiento en mi día a día. No será fácil, pero no tengo duda de que merece la pena. Sé que cuento con tu ayuda, porque «Tú no eliges a los capacitados, sino que capacitas a los elegidos», y eso me basta.
Amén.
Reflexiona sobre cómo puedes seguir a Jesús en tu día a día, en tus actividades cotidianas, y haz un esfuerzo consciente por poner en práctica lo que descubras.