Lo primero que nos llama la atención de la imagen es que la persona no aparece entera. No le vemos la cara, pero podemos ver algo muy importante para él: el bastón que guía sus pasos y le ayuda a moverse de un lado a otro. Seguramente esta persona jamás salga sin su bastón de casa.

Jesús, los dos ciegos se te acercaron con un deseo enorme que pedirte. Algo importantísimo para ellos pero que parecía imposible de realizar: recuperar la vista. Pero, por imposible que pareciera, en su interior sentían que tú sí podrías ayudarles. Y no se equivocaban, se encontraron contigo, les devolviste la vista y se llenaron de alegría. Conocerte, Jesús, es lo que les llenó de alegría.

Jesús, ayúdanos a tener los ojos abiertos para saber buscarte, reconocerte y que ese encuentro nos llene de verdadera alegría. Amén.

Canción: Jesús mi salvador

Miro a los demás con cariño.