El postulantado da paso al noviciado, que dura un año. Durante esta etapa, guiados por la experiencia y la sabiduría de los formadores, se nos ayudará a reconocer aún con mayor claridad si nuestra llamada coincide con la vocación del hermano menor. Todo el itinerario espiritual, formativo y de vida fraterna del noviciado, según el carisma de la Orden, es una invitación fuerte a abrazar una vida nueva, la vida en el Espíritu, y a «apasionarnos» en el seguimiento radical de Jesucristo, pobre y humilde, en el amor al Padre y en el servicio a su Reino.
Teniendo en cuenta que la «esencia» de la vida franciscana se encuentra en el don de gracia que el Señor concedió a san Francisco de Asís y en su respuesta pronta y generosa que nos llega a través de sus escritos, biografías y la tradición de la Orden, una parte importante del tiempo se dedica a conocer y profundizar en la riqueza del carisma franciscano.