Del Evangelio de san Mateo 11, 11-15
En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:
«En verdad os digo que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él. Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora el reino de los cielos sufre violencia y los violentos lo arrebatan. Los Profetas y la Ley han profetizado hasta que vino Juan; él es Elías, el que tenía que venir, con tal que queráis admitirlo. El que tenga oídos, que oiga».
¿Te has preguntado alguna vez qué hace que alguien tenga éxito? ¿Es la fama? ¿El dinero? ¿El poder?
Los modelos de éxito de hoy en día siempre tienen una combinación de estos factores.
¿Cuál de estas tres cosas tenía Juan el Bautista para que Jesús lo destacara como el más grande? Juan no vestía con lujos. No comía manjares. Y no tenía más poder que el de hablar a los demás.
Su grandeza es muy parecida a la de Jesús, a la que san Francisco imitó siglos más tarde, la grandeza de quienes se entregan a una misión fundamental para Dios: ayudar a los demás.
Salir de nosotros mismos y abrir nuestro corazón a las necesidades del otro es lo que realmente marca la diferencia. Lo que de verdad cambia vidas. Pero ser este tipo de influencer no es un camino de rosas. Jesús nos avisa: “El Reino de los Cielos sufre violencia y los violentos lo arrebatan”.
Muchos se opondrán a aquellos que queramos darnos a los demás. ¿Tienes la valentía suficiente para entregarte a los demás, aunque intenten impedírtelo?
Señor, te pido perdón porque a menudo prefiero quedarme en la comodidad, prefiero no complicarme por ayudar a otros.
Te pido que inspires en mí una sencillez como la que tenía Juan el Bautista, como la que inspiraste a san Francisco, para que sea uno de esos influencers que ganan VIDA para sí mismos y para los demás. Amén.
Hoy voy a dar un paso hacia esa verdadera grandeza, haciendo cualquier cosa que ayude a alguien que de verdad lo necesita.