Skip to main content

Del evangelio de san Mateo 9, 27-31. Adaptación.

Hace mucho tiempo, dos ciegos, dos personas que no podían ver, seguían a Jesús y gritaban:  «Ayúdanos, Jesús, ten compasión de nosotros, hijo de Dios».

Al llegar a la casa se le acercaron los ciegos, y Jesús les dijo: «¿Creéis que puedo ayudaros?».

Contestaron: «Sí, Señor».

Entonces les tocó los ojos y se les abrieron. Jesús les ordenó que no se lo contaran a nadie pero ellos al salir hablaron de él por todas partes.

Jesús, al ver la imagen de este niño que grita «Ayúdame», pienso en los dos ciegos del evangelio que te llamaron muy fuerte porque sabían que solo tú podías ayudarlos. Tú escuchaste sus voces y curaste sus ojos porque confiaban en ti.

Jesús, te pido que me enseñes a pedir ayuda, 

a mis padres, a mis profes 

y también a pedirte ayuda a ti. 

Que cuando necesite algo 

te lo diga porque tú siempre me escuchas. 

Jesús, ayúdame a ver que eres muy bueno 

y que siempre quieres ayudarme. Amén.

Hoy voy a gritar bien fuerte en casa, en el patio, en el parque: “Ayúdame, Jesús”.