Del Evangelio de san Mateo 1, 16. 18-21. 22
Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.
La generación de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, como era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
«José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados».
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor.
Hay personas que tienen una sensibilidad especial para oír la voz de Dios y discernir su voluntad (por eso san Francisco pudo oír la voz del Cristo de san Damián). Pero de entre todas ellas destacan dos, y las dos están presentes en este pasaje del evangelio: María y José. José, varón justo, es el último santo del Antiguo Testamento y anticipo del Nuevo. ¿Pero qué es eso de ser justo?
En este texto tenemos el resumen perfecto. José es justo porque no desoye la ley de Dios, pero a la vez la aplica con la misericordia propia del mismo Dios. Por eso planea repudiar a María en secreto y no públicamente. Pero entonces, gracias a su especial sensibilidad, pudo comprender el mensaje de Dios traído por el ángel: María era fiel y él habría de hacer las veces de padre de su Dios, que se abaja en forma de hombre, en forma de niño. Este fue el encargo más importante que ningún hombre ha recibido jamás y, a la vez, el mayor privilegio que ningún varón tuvo nunca aquí en la tierra.
Oh, bienaventurado José, custodio del redentor y esposo de la Virgen María, digno de la confianza del Altísimo, intercede especialmente por los hombres de este tiempo, para que seamos sensibles para oír la voz de Dios y prestos a su voluntad, actuando como tú lo hiciste, con gracia, misericordia y valentía. Amén.
Hoy rezaré con la oración a san José del Papa Francisco: Salve, custodio del Redentor y esposo de la Virgen María. A ti Dios confió a su Hijo, en ti María depositó su confianza, contigo Cristo se forjó como hombre. Oh, bienaventurado José, muéstrate padre también a nosotros y guíanos en el camino de la vida. Concédenos gracia, misericordia y valentía, y defiéndenos de todo mal. Amén.
