Del Evangelio de san Mateo 21, 23-27
En aquel tiempo, Jesús llegó al templo y, mientras enseñaba, se le acercaron a preguntarle: «¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado semejante autoridad?».
Jesús les replicó: «Os voy a hacer yo también una pregunta; si me la contestáis, os diré yo también con qué autoridad hago esto. El bautismo de Juan ¿de dónde venía, del cielo o de los hombres?».
Ellos se pusieron a pensar: «Si decimos “del cielo”, nos dirá: “¿Por qué no le habéis creído?”. Y si le decimos “de los hombres”, tememos a la gente; porque todos tienen a Juan por profeta».
Y respondieron a Jesús: «No sabemos».
Él, por su parte, les dijo: «Pues tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto»
Jesús recibe la visita de unas personas que quieren tenderle una trampa. Quieren dejar claro a quienes le escuchan que no tiene autoridad para decir las cosas que dice. Sin embargo, Jesús les tiende una trampa aún mejor.
Los seres humanos podemos amar a Dios o darle la espalda. Y recordad siempre la única ley que debe gobernar nuestra fe: la del amor. Desear el bien a los que nos rodean. Trabajar por un mundo más justo.
Señor Jesús, danos fuerza para elegir siempre el camino correcto.
Amén.
Hoy dedicaré cinco minutos a pensar algo personal que quiera poner en manos de Jesús.