Skip to main content

Del Evangelio de san Lucas 16, 19-31. Adaptación.

Hace mucho tiempo, contó Jesús esta historia: «Había un hombre muy muy rico que se vestía con trajes preciosos y todos los días hacía una comida especial. Y un mendigo llamado Lázaro, que no tenía casa ni nada para comer, vivía en la puerta de su casa y estaba lleno de heridas, tantas, que los perros que pasaban por la calle, se las lamían.  Lázaro se moría de ganas de poder poder comer lo que aquel rico tenía en su mesa todos los días. Y hasta los perros venían y le lamían las llagas.

Sucedió que murió el mendigo y fue al cielo. Murió también el rico y fue a un lugar feo, al infierno porque no había escuchado ni a Lázaro ni a mi papá Dios».

Jesús nos contó una historia sobre un hombre rico que no ayudaba a un pobre que estaba en su puerta. ¡Qué triste! Es como en la imagen, donde la gente pasa de largo y no ayuda a quien lo necesita. 

Dios quiere que ayudemos a los demás, que compartamos lo que tenemos y que seamos amables con todos. No importa si tenemos mucho o poco dinero, lo importante es tener un buen corazón.

A veces, no nos damos cuenta de que alguien necesita ayuda. Pero si abrimos bien los ojos, podemos ver a los que están tristes o solos. ¡Podemos ayudarlos siendo sus amigos, compartiendo nuestros juguetes o dando un abrazo!

Dios, ayúdame a ser bueno y a ayudar a los demás. 

No quiero ser como el hombre rico que no ayudaba a nadie.

Quiero tener un corazón grande y compartir lo que tengo. Amén.

Hoy, voy a decirle a mis papás que me pongan algo más de merienda para compartir en la hora del recreo o en el parque.