Del evangelio de san Lucas 1, 67-79. Adaptación.
En aquel tiempo, Zacarías, padre de Juan, estaba lleno de Espíritu Santo y dijo: «Bendito sea el Señor, Dios de Israel. (…) Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y para guiar nuestros pasos por el camino de la paz».
¡Mirad! Nos visita el sol que nace de lo alto. Viene Jesús y se queda entre nosotros.
Y Zacarías está tan contento que canta y dice cosas bellas, palabras preciosas a Dios. San Francisco de Asís hace ochocientos años salió corriendo a Greccio para mirar con el corazón al Niño Jesús.
Pongo las manos en mi corazón como san Francisco de Asís y le digo a Jesús:
Quiero ser tu pesebre, abre mi corazón.
Quiero ser tu pesebre, entra en mi corazón.
Quiero ser tu pesebre, ven a mi corazón.
Quiero ser tu pesebre, llena mi corazón de luz y de paz.
Quiero ser tu pesebre, estoy aquí Jesús.
¡Bendito seas, Jesús! Amén.
Hoy, junto al Belén de casa, voy a decirle a Jesús palabras bonitas y le voy a pedir con los ojos muy cerrados y con mucha fuerza que venga a mi corazón.