22 marzo, 2022
Corazón humilde
2. Escucha
Daniel 3, 25. 34-43
En aquellos días, Azarías oró así al Señor: «Acepta nuestro corazón arrepentido y nuestro espíritu humilde. Que este sea hoy nuestra mejor ofrenda y que sea agradable en tu presencia: porque los que en ti confían no quedan defraudados. Ahora te seguimos de todo corazón, te respetamos, y buscamos tu rostro. Líbranos con tu poder maravilloso y da gloria a tu nombre, Señor».
3. Reza
No hace mucho, Rafa Nadal se convertía en el tenista masculino más grande de la historia. No es poca cosa y, sin embargo, él siempre ha sido humilde con respecto a sus triunfos. Si hubiese sido una persona vanidosa, quizá se habría acomodado al estar en la cima. O habría subestimado a algún rival aparentemente más débil que él. O se habría limitado a mandar dinero a su ayuntamiento tras las inundaciones de Sant Llorenç.
Pero él jamás ha hecho nada de eso.
Ofreció sus instalaciones para acoger a personas desplazadas por las lluvias. Donó un millón de euros a las familias afectadas. Y, por si fuera poco, se calzó unas botas y salió a barrer lodo, como lo que era ante esa tragedia: uno más.
Y sin embargo, fue noticia. Lo fue porque las celebridades no nos tienen acostumbrados a gestos de humildad como ese.
¿Cuántas veces conseguimos algún logro y empezamos a mirar a los demás por encima del hombro? Es un peligro que corremos todos: ver que somos buenos, porque lo somos, pero creernos mejores que los demás.
Jesús nos pidió que amásemos al Padre y que cuidásemos del prójimo. Nos dio unas pautas para hacer de este mundo un lugar mejor, un auténtico Reino de los Cielos, un sitio donde las injusticias no sean la norma, sino la excepción. Un mundo donde las personas malas son detenidas.
Un mundo donde las buenas están vigilantes, a la caza de cosas que mejorar.
Y la humildad te mantiene activo, con hambre, con ganas de pelear cada punto contra la injusticia y el sufrimiento.
Al igual que hizo Azarías, ofrezcamos también nosotros a Dios un corazón lleno de humildad y Él nos recibirá con los brazos abiertos siempre.
Así sea.
4. Compromiso
Hoy voy a vivir con humildad las cosas que me vengan, y alejaré de mi la tentación de creerme superior a nadie.