2 diciembre, 2021
La roca perpetua
2. Escucha
Isaías (Is 26,1-6)
Aquel día, se cantará este canto en el país de Judá: «Tenemos una ciudad fuerte, ha puesto para salvarla murallas y baluartes: Confiad siempre en el Señor, porque el Señor es la Roca perpetua: doblegó a los habitantes de la altura y a la ciudad elevada; la humilló hasta el suelo y la arrojó al polvo, y la pisan los pies del humilde, las pisadas de los pobres».
3. Reza
Señor, lo que me pides hoy es que confíe en ti y eso es lo que Tú quieres. Que me fíe, que me deje acompañar y guiar por ti, que crea que Tú quieres mi bien y mi felicidad, que descubra que Tú eres la Roca firme donde puedo construir mi vida, donde puedo apoyarme en los momentos de dificultad, donde puedo subirme para ver más lejos y hacia donde debo caminar. Señor, eso es lo que Tú quieres, pero ¿es lo que quiero yo?
Muchas veces prefiero confiar en mí mismo, en mis capacidades, en mi esfuerzo, en mi ingenio porque me creo más y mejor que nadie, que estoy por encima de la gente que me rodea. Sin embargo, ¡tantas veces experimento que cualquier cosa me hace caer de mi pedestal, de mi altura!… Desde un pequeño mal físico, una corrección, una mirada o un gesto de alguien, que otros pasen de mí con o sin motivo, hasta una metedura de pata por mi parte… ¡Tantas cosas! Sí, ya lo avisas: los arrogantes, los orgullosos, los soberbios acaban en el suelo. En tu casa solo entran los humildes, los que se reconocen tal y como son ante ti, y los pobres, los que son conscientes de que todo es un regalo, de que todos los dones vienen de ti y por eso los acogen con alegría.
¡Qué bien lo entendió tu Madre, María! Ella sí que confió en Dios. ¡Y mira que lo tuvo difícil! ¡Se arriesgó y de qué manera! Tu madre dijo sí a Dios, dijo sí a tu nacimiento y aquello pudo costarle la vida, pero se puso en manos del Dios que le pidió permiso para entrar en su vida y en la historia y Él nunca la dejó sola. Tu Madre dijo sí siempre y apostó por la confianza, que siempre es más difícil que la duda.
Señor, hoy quiero pedirte que me ayudes a reconocer mi grandeza, la que Tú has puesto en mí, pero también mis límites para que sea un poco más humilde ante ti.
Señor, hazme capaz de apoyar mi vida en la Roca que eres Tú.
Señor, dame un corazón sencillo y humilde capaz de confiar en ti. Un corazón como el de María y José. Amén.
4. Vive
Hoy voy a intentar ver y reconocer mis fallos, que seguro que son muchos, y te voy a pedir que me ayudes a mejorar.