25 diciembre, 2021
Una gran noticia
3. Reza
Señor, Tú eres siempre bueno con nosotros. Pero especialmente experimentamos tu amor y tu bondad hacia nosotros en este día de Navidad, día solemne en el que abriste de par en par las puertas del cielo para nosotros.
Dos mil años después, todavía resuena en el cielo el anuncio de los ángeles en la noche santa de Belén: “No temáis; os traigo una gran noticia: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor”.
Gracias, Señor, porque aquella primera Navidad cambió el mundo.
Gracias, Señor, por el regalo inmenso que nos hiciste con el nacimiento de tu Hijo Jesús.
Señor, en Jesús, nacido por nosotros y para nuestra salvación, descubrimos al Enmanuel, al Dios con nosotros. Desde este día, nadie estará sólo, nadie estará triste, nadie tendrá que llorar. ¿Quién puede permanecer indiferente ante el acontecimiento de Belén? Los corazones de todos los hombres deberían rebosar de amor y agradecimiento porque no existe regalo más grande que nuestro Salvador Jesucristo.
Señor, nuestra esperanza no es solo un optimismo ingenuo. El canto de los ángeles en el cielo de Belén nos habla de la paz que regalas a todos los hombres sin excepción, una paz que es mucho más que ausencia de conflicto sino un nuevo modo de relacionarnos contigo. Y en tu Hijo, en el Enmanuel, descubrimos el camino más sencillo y directo para entrar en relación contigo.
Gracias, Señor, porque en Jesús, tu Hijo, me haces hijo. En Jesús me amas tal y como soy. Tú, que desde hoy nunca me dejas solo, ayúdame a consolar a todos los hombres, porque desde esta noche todos son mis hermanos.
Te lo pido por la intercesión de san Francisco de Asís quien, para contemplar con sus propios ojos lo que sucedió en la primera Navidad, montó el primer nacimiento de la historia. Que él nos conceda un corazón de niño y nos acompañe hasta el portal para que podamos adorar al Niño junto con los pastores y los humildes de corazón. Amén.
4. Vive
Le pido a Dios que pueda entender la grandeza de la Navidad y que la viva con la alegría, la sencillez y el agradecimiento de aquellos primeros pastores que en el establo de Belén reconocieron al Hijo de Dios.