11 diciembre, 2021
Fuego encendido
2. Escucha
(Ecl 48,1-4.9-11)
Surgió Elías, un profeta como un fuego, cuyas palabras eran horno encendido. Les quitó el sustento del pan, con su celo los diezmó; con el oráculo divino sujetó el cielo e hizo bajar tres veces el fuego.
¡Qué terrible eras, Elías! Está escrito que te reservan para el momento de reconciliar a padres con hijos, para restablecer las tribus de Israel. Dichoso quien te vea antes de morir, y más dichoso tú que vives.
3. Reza
Al leer estas palabras, mi cabeza se ha ido inmediatamente a la isla de la Palma, al volcán Cumbre Vieja. Sobrecoge ver las imágenes de cómo los ríos de lava arrasan todo lo que encuentran a su paso, cómo las casas son sepultadas por toneladas de cenizas y cómo las familias son obligadas a entrar en sus viviendas y recoger, bajo la presión del cronómetro, lo poco que pueden llevarse.
¡Qué misterio encierra nuestro planeta que esconde en sus entrañas un fuego en forma de magma incandescente a base de rocas fundidas a más de mil grados!
Sin embargo, me surge una pregunta. Si la última erupción provocó que miles de vecinos tuvieran que abandonar sus casas, ¿por qué se siguió construyendo en las zonas que ya habían sido devastadas por el volcán hace cincuenta años? ¿Acaso somos incapaces de aprender de las experiencias vividas por las generaciones anteriores? O peor aún, ¿pensamos que podemos dominar a la naturaleza simplemente porque vivimos en la época de la tecnología?
Señor, tus palabras son enérgicas como las del profeta Elías que eran fuego encendido. Tenían tanta fuerza que nadie quedaba indiferente ante tus palabras… Incluso movilizaron a Pedro, a Andrés, a Santiago y a Mateo a dejarlo todo por seguirte.
Señor, demasiadas veces mi corazón está frío. Envía el fuego del Espíritu Santo. Reaviva el fuego del encuentro contigo. Sopla las cenizas de mi corazón y reanima el fuego de las grandes ilusiones y proyectos.
Señor, dame la gracia para hablar de ti, del Evangelio y de la Iglesia con corazón de enamorado. Amén.
4. Vive
Voy a quitarme el miedo a mostrar mi fe ante los demás.